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martes, 16 de noviembre de 2010

Inside Myself



“Corre” escuchaba su voz en mi cabeza.

No tenía ni idea de quién era ni de cómo podía hacerlo pero alguien me estaba ayudando a escapar.


Llevaba tanto tiempo encerrada en aquel lugar que apenas podía recordar cuánto había pasado realmente. Tal vez días, semanas, meses, puede que incluso años...

No lo sabía con certeza.

Una parte de mí había empezado a acostumbrarse a aquella vida gris y monótona.

Pero había otra parte que no se resignaba y que quería escapar. Luchaba por hacerlo...aunque sólo fuera internamente, repitiéndome a mí misma que aquello no era lo que quería y que tenía que huir, buscando mil maneras de conseguirlo...sin ninguna opción que diera resultados.


“Sácame de aquí...” Sólo un pensamiento me obsesionaba, ni siquiera sabía como había conseguido seguir con vida a pesar de aquel sentimiento tan horrible y tan intenso. Me pesaba la cabeza, me dolía de tanto pensar, una y otra vez en aquella obsesión. Cuando me asaltaba aquella desagradable sensación, tenía que sentarme para no marearme y caer.


Pero por fin había llegado el momento, no sabía cómo, pero alguien por fin, me estaba ayudando...


“No te preocupes, te ayudaré” Esa fue la primera vez que escuché su voz.

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Abrí los ojos lentamente, sentía que me pesaban hasta las pestañas. Pude vez luz, por fin, después de tanto tiempo encerrada en aquel lugar. La luz era tan fuerte que me cegó, pero bastaron unos momentos para que mis pupilas se acostumbraran a ella. Estaba en mi cuarto.

¿Cómo había conseguido llegar hasta allí? Si estaba en mi cuarto, es porque había escapado de aquel lugar, pero, ¿cómo lo había hecho?


Pero podía recordar...conseguí escapar de aquel lugar que tanto me atemorizaba, conseguí escapar... aunque ahora ya ni siquiera podía recordar cómo. Sólo sabía que alguien me había ayudado.


Durante meses, mi casa y mi vida me parecieron maravillosas, aunque todo el mundo me tratara exactamente igual que antes de mi partida y todos permanecieran extrañamente callados al respecto.
Por fin empecé a sentirme tranquila, incluso feliz, a llevar una vida normal y apacible, después de haber sido liberada de aquel espantoso lugar. No recordaba quién me había ayudado, aunque me habría gustado agradecérselo, pero por el momento no importaba.



Al cabo de un tiempo...

quizá porque fui superando el trauma de aquello, empecé a recordar todo con más claridad.

Y me di cuenta de que nadie me había ayudado a escapar.

Nadie había hablado directamente con mi mente, sin usar ningún sonido ni palabras que no fueran los que sólo yo podía escuchar.

Tampoco había estado encerrada en una prisión, en una cueva, ni había sido secuestrada.

Había estado en mi casa. Todo aquel tiempo...

La única prisión en la que había estado encerrada durante interminables días y que tanto me había aterrorizado no era ni más ni menos que la que yo misma había creado.

Mi mente la había creado...así como creó también a aquella voz imaginaria, para convencerme a mí misma de que no estaba completamente sola en aquella prisión, donde no entraba el aire ni la luz, o al menos yo no podía sentirlos.

Me di cuenta de que aquella prisión no era más que todo el cúmulo de inseguridades, miedos, temores y manías que me habían acompañado casi desde que tenía uso de razón.

Por eso...si mi mente lo había creado

Si era yo quién lo había hecho...nadie mejor que yo podía

“ayudarme a escapar”


Y así lo hice.

Por eso me sentí increiblemente aliviada, cuando supe que había superado mis miedos por mí misma.

Sonreí.

Ahora me sentía bien, estaba agusto conmigo misma, y ya no tenía miedo.



Historia que escribí, mientras estaba aburrida...

Si lo que me pasa, o gran parte de ello es por culpa de mi visión de las cosas, si eso cambia podré ser feliz por fin, y escapar como en mi cuento, de las cosas que me atemorizan y me obsesionan.

Por eso ahora sé...o creo saber, que si un problema es creado por mí misma, sólo puede desaparecer por mis manos, a través de mí misma. Y no he de buscar la solución en otra parte que no sea en mí.

Porque si no salgo yo de aquí... no me sacará nadie...

Si mi mente es tan fuerte como para hacer todo eso, también tiene que serlo para destruirlo.


Así lo espero y así intentaré hacerlo :)



martes, 27 de julio de 2010

El despertar de Lillian von Dawn




Había vivido siempre como la hija pequeña de la familia von Dawn. Mi vida había sido tranquila y carente de problemas, pero no había disfrutado de ella completamente hasta que conocí a Ethelred, mi prometido.
Íbamos a casarnos y yo me sentía feliz, ilusionada con la perspectiva de una vida a su lado, pero por desgracia, algo que nunca habría esperado, sucedió.
Algo que ni siquiera se me había ocurrido jamás, porque era tan descabellado e inverosímil que era imposible de creer.
Sin embargo, pasó y nos arrastró a Ethelred y a mí a una vida completamente diferente a la que hubiéramos imaginado nunca.

Una silenciosa noche de luna llena dio comienzo la tragedia. Me encontraba en mi casa, leyendo tranquilamente tras haber terminado mi trabajo.
Era sólo temporal, pero actualmente estaba dando clases particulares de inglés a varios niños del vecindario.
Me asomé a la ventana tras terminar el capítulo del libro en cuya lectura me perdía por horas. Contemplé el cielo nocturno poblado de estrellas, solamente unas nubes, que avanzaban lentamente cubrían la preciosa luna de vez en cuando.

Esperaba la llegada de Ethelred. Ya no debía tardar mucho en llegar, así que bajé a la cocina a preparar algo para la cena.
Pasado un buen rato, la carne y la guarnición que había preparado ya estaban listas, la mesa estaba puesta y los platos, servidos.
Esperé un cuarto de hora pero él no apareció. Me extrañaba que tardara tanto, pero pensé que tal vez habría tenido algún problema en el trabajo.
Me senté en el sillón de la sala de estar a esperarle y continué con el libro que había estado leyendo antes.
No fui consciente del paso de los minutos hasta que miré de nuevo el reloj. Ya era tardísimo…

Dejé el libro y me acerqué a la cocina con lentitud. La cena estaba ya completamente fría.
Estaba empezando a preocuparme de verdad, pues Ethelred me llamaba para avisarme siempre que llegaba tarde.
Fui a mi habitación rápidamente y cogí mi teléfono móvil para llamarle.
Marqué el número dos veces pero el resultado fue el mismo. No había línea.
Para entonces ya me di cuenta de que realmente algo extraño estaba ocurriendo…
Bajé de nuevo a la cocina con el teléfono en la mano, bebí agua tragando lentamente mientras intentaba relajarme, pues estaba prácticamente fuera de mí.
Temerosa, volví a llamar.
Nada.
Sentí como mis ojos se llenaban de lágrimas, que fueron descendiendo lentamente por mis mejillas.

Marqué el número de la policía y les expliqué lo sucedido. Yo quería ir a comisaría, pero el policía que habló conmigo me dijo que vendrían ellos aquí, pues estaba demasiado nerviosa como para conducir por mi cuenta.
No tardaron nada en llegar. Me hicieron un montón de preguntas, cuya respuesta apenas podía recordar, estaba demasiado aturdida, y confusa como para tomar consciencia y entender lo que estaba sucediendo.
Oí a varios agentes hablar entre sí por lo bajo, pero no entendí ni una palabra de lo que estaban diciendo.
Finalmente se acercaron a mí, y me dijeron que mañana fuera a prestar declaración a la comisaría con más calma, que aquella noche debía descansar, y que con los datos que les había dado harían lo que pudieran.
No me quedé conforme con aquella respuesta, pero no pude hacer nada.
Mi casa se fue vaciando de nuevo y me quedé sola…

Me desvestí y me acosté en la cama abrazando la almohada sin dejar de llorar.
Echaba de menos a Ethelred…no podía creer que después de tanto tiempo estando juntos, hubiera desaparecido de aquella manera, tenía tanto miedo de lo que hubiera podido pasarle que no podía pensar con claridad.
No sé cuanto tiempo pasó hasta que conseguí dormirme, pero mi sueño estuvo plagado de amargas y violentas pesadillas.



Desperté bruscamente al día siguiente, aunque la luz del sol apenas entraba por la ventana. El cielo estaba encapotado, y la ciudad desprendía una extraña y fría sensación.
Fui a la comisaría tan pronto como pude a detallarles todo lo que había ocurrido la noche anterior. Noté que me había levantado más calmada, pero esa sensación fue desapareciendo a medida que transcurría el día y él seguía sin aparecer.
Los policías trataron de ayudarme tanto como pudieron, pero estaba desesperada. Aún no había tenido tiempo de asimilar lo que había pasado, pero empezaba a pensar que había perdido a Ethelred para siempre.
Estuve sentada en la salita de la comisaría durante horas, llorando desamparada. Pude ver a Rangladon, el mejor amigo de mi novio, que al parecer también le había echado de menos, preguntado por él.

Toda mi vida se había ido por la borda en apenas un día. Todos mis sueños, mis esperanzas y mis ilusiones. Y yo era incapaz de hacer nada más que llorar amargamente.
Ni siquiera había ido a trabajar aquella tarde, pero en aquel momento me daba igual todo eso, tan sólo quería encontrarle.

La luz del crepúsculo cayó lentamente sobre la ciudad, dándole un aspecto misterioso.
Apesadumbrada, me despedí de los policías que prometieron honestamente hacer todo lo posible por encontrar a mi prometido, y se deshicieron en palabras de ánimo para mí, que yo agradecía con una forzada sonrisa, aunque de poco me sirvieran en realidad.

Regresé a casa con pasos lentos y pausados. No iba a cambiar nada que llegara allí, eso no me refugiaría de mi dolor…
Sin embargo, estaba equivocada.

Me quedé sin aliento cuando, al abrir la puerta y cruzar el umbral, vi a Ethelred mirándome como si nada hubiera ocurrido.
Mi mente se nubló y las lágrimas volvieron a mis ojos. Había pasado un día terrible…
Pero parecía que todo había acabado.
Me lancé hacía él abrazándole fuertemente, presionándome contra él, sin poder dejar de llorar.
Entre lloros le pregunté dónde había estado y porqué, pues me había tenido preocupadísima, pero sólo me miró a los ojos y me dijo que era una larga historia…

Quise saber más, pero en ese momento no pude seguir hablando pues selló mis labios con un beso.
Embriagada por él, le devolví el beso. Me estremecí entre sus brazos pegándome contra su pecho. El dulce beso que me había dado se transformó en uno más pasional, y luego, en algo doloroso.
Sentía que me ahogaba, abrí los ojos para mirarle, aunque él seguía aferrado a mí, y entonces noté algo extraño en él que no había visto al entrar. Era algo extraño…él era extraño.
Quise apartarme de él, gritarle que parara, empezaba a sentir un amargo sabor en mi boca, que enseguida identifiqué. Era sangre…estaba ahogándome con mi propia sangre, él me estaba haciendo sangrar, y por más que quería detenerlo, Ethelred parecía no darse cuenta de ello.
Perdí las fuerzas para moverme, sentía que estaba a punto de desfallecer, pero justo después de esa sensación de debilidad, una distinta me sobrevino.

Sentí una extraña energía recorriendo mi interior. Abrí los ojos y Ethelred ya me había liberado.
Sin embargo, quién sabe porqué y sin ser apenas consciente, me abalancé de nuevo contra él, siendo prisionera de mis instintos más bajos. Acabamos los dos en la cama, bebí de su sangre, que ahora me sabía deliciosa, hasta saciarme por completo y nos unimos una y otra vez. Durante largas horas me poseyó salvajemente, hecho que no me produjo desagrado, sino un increíble pero culpable placer.

La mañana siguiente todo parecía más calmado, pero también más frío y más distante.
Aquella sensación de éxtasis de la noche anterior había desaparecido, y en su lugar, había dejado paso a un sentimiento de tristeza, de nostalgia.
Al mirar a Ethelred sentía que su cariño por mí había desaparecido, aunque en el fondo sabía que aún me quería, pero ya nada sería nunca lo mismo.
Mi vida había sido destrozada, habían desgarrado mis sueños uno por uno.
Él me contó lo que le había sucedido, el incidente de aquella noche que cambió nuestras vidas para siempre.

Empezamos a alimentarnos el uno del otro, saciándonos mutuamente. Yo no le culpaba por haberme arrebatado mi vida humana y haberme convertido en lo que él era…en un vampiro.
Me consolaba pensando que al menos podía seguir estando a su lado, y compartir con él aquella maldición, para que, al menos, fuera menos duro…
Pero jamás perdonaría a aquel hombre que nos había maldecido y me había arrastrado a llevar la vida de un monstruo sin alma. Por eso juré que ayudaría a Ethelred a vengarse de aquel hombre. Juntos seríamos fuertes, y juntos completaríamos aquella venganza.



~ Esto no es más que una historia que he hecho, conjunta, y que originalmente fue escrita para el juego de Monstersgame. Realmente esto de escribir historias no creo que sea lo mío, pero de todos modos, me apetecía ponerla aquí :3



>>>>>Ver el "point of view" de Ethelred Lestat<<<<<


La firma, creación cortesía de Jorge Masiá Lloréns, y la ilustración de Victoria Francés.



lunes, 4 de enero de 2010

14 months of love

Pues sí, ya van 14 meses que estoy a tu lado ^^ Y aunque ahora estemos pasando una época un poco difícil (entre otras cosas porque a mi estas fiestas navideñas en el fondo me embajonan un poco siempre) estoy segura de que sabes que te quiero muchísimo y nada agradezco más que tu cariño y tu compañía.
Y aunque tenga poca paciencia en algunas cosas y me deprima enseguida, cada vez que estoy a tu lado, mis fuerzas si están a punto de flaquear, aumentan un poquito.
Quiero que esto sea indestructible, como tú me dijiste un día, porque no voy a encontrar a nadie como tú ni voy a poder querer nunca a nadie tanto como a tí.
Así que gracias por estos 14 meses que has estado junto a mí, dificiles a veces, sí, pero no los cambiaría por nada del mundo. Porque los he pasado contigo, y hoy por hoy son mi mayor tesoro, tú eres mi mayor tesoro.
Gracias por quererme tanto y por hacerme sentir cosas que pensaba que nunca sentiría, gracias por este sentimiento tan intenso.
Te amo, cielo <3 Para siempre ^^

Pongo una imagen de Yûki y Zero, que no sé como acaban pero me encanta esta pareja ^^ :P

domingo, 27 de diciembre de 2009

Christmas...


¿Por qué de repente las navidades se me hacen tan tristes?


¿Por qué de repente todo se me hace tan triste? Tal vez sea por estas fechas...siempre me han gustado y al mismo tiempo, estoy empezando a detestarlas, no son para nada lo que yo siempre he pensado que eran, y ya no puedo recordar la última vez que lo fueron...
Me siento bien en muy pocos momentos del día, que cada vez son más escasos.
En la calle son todo luces, y gente yendo de aquí para allá. Vacaciones. Regalos. Navidad.
¿Por qué me siento tan vacía al pensar en eso?
Incluso cuando no tengo motivos para quejarme...no paro de hacerlo, como si buscara una razón para estar triste, como si lo necesitase...

Per
o no me gusta estar así... A nadie le gusta estarlo, a nadie le gusta tener a alguien triste al lado, porque así como la alegría se contagia, también lo hace a veces la tristeza.
Es mejor sonreír, ya que tengo motivos para hacerlo y dejar esa melancolía a un lado, que sólo Dios si existe, sabe a qué puede deberse.



"Vamos a recuperar la ilusión, vamos a volver a ser niños"



"Vamos a jugar a ser felices y a pintar sonrisas de mentira..."

lunes, 5 de octubre de 2009

I want you to protect me, but I want to take care of you too...


Sé que soy muy idiota a veces, y sé que a veces también parece que te reproche cosas que yo misma hago mal…pero hago todo lo que puedo.

Estoy asustada por lo que me viene encima ahora. Que para cualquiera no es nada.

Pero para mí es mucho. Estoy asustada porque no sé si estaré a la altura, académicamente, socialmente, para encajar…

Pero sobre todo, estoy asustada, porque no quiero que el curso cambie nada de lo unidos que hemos estado últimamente.

Cuánto más triste me pongo por cualquier circunstancia, más te necesito.

Y, aunque te parezca contradictorio, sin embargo más errores cometo contigo y en consecuencia más difícil es todo…

Tengo miedo y ese miedo…sólo desaparece cuando te abrazo, cuando estoy contigo y te veo a mi lado. Cuando te tengo y me siento protegida, cuando siento que no te vas a ir nunca.

Y cada vez que te vas, me pregunto con ansia cuando te volveré a ver, si podré ayudarte yo también a levantarte cuando caigas, si todo va a salir bien…Y a veces no puedo evitar llorar.

Así que por favor, perdóname si hago cosas mal, si cometo errores, pero piensa que haga lo que haga, siempre voy a pensar en ti, siempre vas a ser lo más importante.

Y aunque no pueda ayudarte en todo, estaré a tu lado...si alguna vez necesitas en quién apoyarte, haré lo que pueda por animarte ^^

Porque te amo...Ahora y siempre ^^

domingo, 4 de octubre de 2009

Light...?



¿Qué ocurre cuándo caes en la oscuridad…? Cuándo todo a tu alrededor son sombras tan negras como una noche sin luna.
Si te encuentras en un pozo tan profundo, ¿cómo piensas que vas a salir de él? Los rayos del sol no llegan hasta ahí, y no puedes ver el camino hacia adelante, si es que lo hay.
Escala, confía, ten fe, y sobre todo, lucha. Aunque sea a ciegas. Haz lo que sea. Pero no te detengas. No te quedes parado esperando a que alguien te rescate.
Nadie te tenderá una cuerda para que salgas del pozo. Esa ayuda no llegará.
Y si llega…será porque tú has hecho algo, aunque sea gritar hasta que alguien te escuche y, benevolente, decida ayudarte.
Forma parte de la vida, ¿verdad? Esa de la que aún tengo tanto que aprender.
Las personas que están a nuestro lado durante ella, pueden serlo todo para nosotros.
Las personas que vemos a diario en la calle. Personas sin nombre y sin rostro, alguien que carece de importancia para nosotros.
Pero tanto con unas como con otras a nuestro alrededor…estamos solos.

Nacer y morir, es algo que tenemos que hacer solos.


Esa soledad…a veces duele pero…en ocasiones también es necesaria.
Por eso…
“Puedo apreciar la luz porque antes he conocido la oscuridad”
Sí, y como muchos otros, sé lo que se siente al estar sumido en ella.
Por eso ahora, haré todo lo posible por no dejarme vencer de nuevo por ella y dejar que me arrastre con sus lóbregos brazos hasta ese pozo sin fin.
Por esta vez, al menos, intentaré no rendirme más… Ahora toca ser feliz, seguir siendo feliz...¿verdad?

jueves, 24 de septiembre de 2009

Missing


En un bosque, muy lejos de aquí, vivía una pequeña niña. Siempre había estado sola, pues en el bosque no había ninguna persona. Sólo animales, plantas y árboles.

Se alimentaba de lo que cultivaba de la tierra y a pesar de llevar una vida tranquila, no era feliz.

“Me pregunto qué pasaría si algún día dejara de estar sola…”

No podía recordar a sus padres, de hecho ni siquiera sabía cómo había llegado al mundo. Desde sus primeros recuerdos, había estado allí, en aquel bosque, no sabía ni por cuánto tiempo.

Un día, como tantos otros, salió a pasear por el bosque, con tan mala suerte que se topó con una manada de lobos. No pudo evitar un grito asustado al verlos. El grito de la niña, a su vez, alertó a los lobos de su presencia, si es que no la habían percibido ya…

La miraron, feroces y hambrientos, mostrando sus brillantes colmillos, dispuestos a devorarla. Podían leer el miedo en sus ojos.

La pequeña, desarmada, y sin ningún tipo de defensa, hizo lo único que podía hacer. Huir.

Corrió y corrió todo lo que pudo, pero los lobos estaban cada vez más cerca.

Sin querer, la niña trastabilló al chocar con una piedra, aturullada y nerviosa, y cayó al suelo.

Entonces cerró los ojos, esperando la muerte, y el dolor…

Pero la muerte nunca llegó. Una extraña luz azulada ahuyentó a los lobos, que salieron despavoridos.

La chiquilla no entendía nada.

Entonces apareció de la nada, un joven con extraños ropajes. Era él quien la había salvado con su heroica aparición.

-¿Estás bien?-dijo el joven con una sonrisa, tendiéndole la mano.

Ella apenas pudo responder. Era la primera vez que veía a otra persona. Era la primera vez que alguien la ayudaba así. Al menos era la primera vez que ella podía recordar…

La niña tomó su mano sin dudarlo y esbozó una tímida sonrisa en respuesta a la del joven que la había salvado.

Desde el mismo momento en el que sus ojos se cruzaron, la niña supo que nunca más estaría sola.

Y sin saber muy bien porqué, rompió a llorar. El joven trató de consolarla, y finalmente consiguió llevarla a su casa, siguiendo las indicaciones de la pequeña.

Se quedó con ella toda la noche, hasta que la pequeña se durmió, tomando su mano, como si la conociera de toda la vida.

A la mañana siguiente, la niña despertó con los primeros rayos de sol. Y lo primero que vio fue la sonrisa del muchacho.

-¡Qué alegría que estés mejor!-dijo el chico.

La pequeña no recordaba con nitidez lo que había sucedido la noche anterior, tan sólo podía recordar una extraña calidez que la había acompañado durante su sueño, una calidez protectora, casi maternal…

La niña, curiosa, por saber cómo había conseguido ahuyentar a los lobos, le preguntó al joven por la procedencia de aquella luz que había visto.

El chico, quizá porque ella le daba confianza, quizá porque simplemente pensó que no había peligro en contárselo, le confesó que era un mago y que había utilizado su magia para ayudarla.

Ella se sorprendió mucho, pero sólo sonrió en respuesta a su explicación.

Desde aquel día, el chico decidió visitar a la niña cada día y a ella la hizo muy feliz.

Daban largos paseos por el bosque, hablaban y reían juntos e incluso a veces el joven llevaba a la niña a la ciudad, a la biblioteca, al mercado, a las grandes y bellas fuentes de aguas tan cristalinas como las del más puro riachuelo del bosque. La pequeña quedó maravillada. Tanta gente, tantas cosas diferentes y un nuevo mundo por descubrir…

Al principio estaba asustada, pero con la ayuda de su amigo fue abriéndose paso. Pero por encima de todo aquel universo nuevo, lo que más valoraba, era a aquel joven que un día la había salvado y que ahora era su amigo.

“Así que esto es la felicidad” se dijo la pequeña al ver como había cambiado su vida durante aquel tiempo. No sólo la había salvado de los lobos aquel día, también la había salvado de su soledad…

Cierto día, el chico le dijo a la niña que no podría visitarla más. Le dejó una carta explicándole sus motivos, que la pequeña no entendió.

Lloró y lloró desconsolada, pasaron los días, y los meses y nada sucedió, la niña seguía triste porque no sabía nada de él.

Con el pasar del tiempo, la niña consiguió ser feliz con la ayuda de otras personas, que conoció en la ciudad, que nunca dejó de visitar, pero nunca olvidó a su amigo…

Hasta que un día le llegó una carta, de remitente desconocido, pero ella pudo reconocer fácilmente su letra.

“Volveré pronto” decía. Le mandó también varios regalos, la mayoría, libros, o gemas valiosas y brillantes.

Pero entre tanto objeto lujoso, destacaba una pequeña semilla.

Agradecida, la niña se llenó de gozo, esperando la vuelta de su amigo. Curiosa por la semilla, decidió plantarla.

Con el tiempo, creció un pequeño árbol, que la niña trataba de cuidar. Era un regalo de su amigo y lo cuidaría tanto como pudiera, al menos de esa forma, él estaría con ella hasta que regresara de verdad.

Todos los días, lo regaba y abonaba y podaba sus ramas cuando lo consideraba necesario, pero a pesar de ello el árbol empezó a estar cada día más gris, sus hojas más secas y su color más triste.

“¿Por qué está sucediendo esto?” se preguntó la pequeña, confusa.

Una noche de lluvia, su amigo por fin, regresó. La niña salió corriendo a abrazarle, pero vio que algo en su mirada no era igual.

-¿Qué ocurre?-preguntó la niña.

-Nada…¿No cuidaste bien el árbol, verdad?-dijo el joven de repente, con una mirada extraña.

-Sí lo cuidé…¿por qué me preguntas eso?

-Ese era un árbol mágico…ahora está agonizando…-susurró él.

La niña volvió la vista hacia el árbol. Las ramas estaban caídas, las hojas resecas y apenas se mantenía en pie.

Un montón de recuerdos vinieron a la mente de la pequeña, la mirada del chico al acabarle de conocer, su amistad, todo lo que habían compartido juntos…Todo eso había desaparecido de pronto.

Y entonces con el ruido de la lluvia y el sonido del viento que soplaba a través del resto de los árboles del bosque, sólo se escuchó una voz. Triste y tan sombría como la noche misma.

“Si el árbol no creció en todo este tiempo, habrá que cortarlo, ¿verdad…?”